lunes, 5 de diciembre de 2011

Mariposa Emperadora

"Porque tengo por cierto que lo que en este tiempo se padece, no es de comparar con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada" (Romanos 8,18)

Durante un año aproximadamente guardé el capullo de una "mariposa emperadora." Su construcción es muy peculiar. En una de sus extremidades tiene una abertura muy estrecha por la cual el insecto fuerza su salida. Es una maravilla el ver que cuando el gusano sale del capullo, éste permanece tan completo como cuando contenía al insecto, y no se nota que se rompan las fibras entretejidas cuando sale el gusano. La gran desproporción que existe entre la anchura de la salida y la grosura del insecto aprisionado, le hace a uno creer que la salida es imposible, la cual el gusano siempre la realiza con gran trabajo y dificultad. Se supone que la presión a que el insecto se halla sometido a pasar por una abertura tan estrecha, es una provisión de la naturaleza para forzar los jugos en las vasijas de las alas, las cuales en el periodo de salida de la crisálida están menos desarrollados que en otros insectos.

Observé los primeros esfuerzos que mi gusano aprisionado hizo para escapar de su largo encarcelamiento. Me paré toda una mañana, observando con paciencia de vez en cuando los esfuerzos y la lucha que el insecto realizaba para salir  del capullo. Parecía que no podía ir más allá de un cierto punto, hasta que por fin se me terminó la paciencia. Muy probablemente las fibras de su confinamiento estaban más secas y eran menos elásticas que si se hubiese dejado el capullo durante todo el invierno en el lugar que la naturaleza lo había colocado. Se cualquier forma, yo creí que era más sabio y compasivo que su hacedor, y decidí echarle una mano. Con las puntas de mis tijeras corté los hilos aprisionados para facilitarle la salida sin tanta dificultad. Inmediatamente mi gusano salió con gran facilidad arrastrando su cuerpo hinchado y sus alitas arrugadas. En vano esperé ver el maravilloso proceso en que estos insectos se desarrollan con gran rapidez a la vista de uno. Al fijarme en los muchos y diversos lunares de diferentes colores que el insecto poseía en miniatura, anhelaba que estos asumiesen  sus debidas proporciones y que el insecto apareciese en toda su belleza. Pero todo fue en vano. Mi falso sentimiento, causó su ruina y él no llegó a ser otra cosa sino un aborto sin desarrollo, que pasó su breve vida arrastrándose penosamente, en vez de habérsela pasado volando por los aires con sus alas preciosas.

Con mucha frecuencia me he acordado de esto cuando he observado con lástima a aquellos que luchan con dolor, el sufrimiento y la calamidad. De buena gana hubiese cortado disciplina y los hubiese rescatado. ¡Pero pobre miope! ¿Cómo puedo yo saber que estos dolores o gemidos son innecesarios? La visión del amor perfecto que busca la perfección de su objeto, no se acorta débilmente por el sufrimiento presente y pasajero. El amor de nuestro Padre es demasiado verdadero para debilitarse. Porque Él amó a sus hijos, Él los castiga para que participen de Su santidad. Mirando este glorioso porvenir,  Él permite que sufran, haciéndonos perfectos por medio del sufrimiento como lo fué el Hermano Mayor, los hijos de Dios son entrenados para la obediencia y llevados a la gloria por medio de mucha tribulación.

( Manantiales en el Desierto)

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